lunes, 22 de octubre de 2007

24ª Historia Asesina - "Colores Mortales"

Escrito en mi celular el día de ayer, dejando volar la imaginación

"Colores mortales"
Yo me pregunto,
¿para qué sirven las guerras?
Andrés Calamaro


Las radios lo anunciaban. Sonaba por todas partes. Había estallado, como la noticia en los oidos de todos nosotros. Tantas negociaciones entre los de acá con los de allá, tantos llamados ocupados y perdidos, tantas propuestas multitudinarias acá y allá. tantas cosas que parecen ahora en vano.
Cuando me enteré, estaba escuchando la noticia por la radio, en la terraza de la casa de mi abuelo, en ese viejo aparato que reproducía música en formato vinilo. El despliegue, según acusaron los informativos, había sido a escala mundial. La guerra se llevaría a cabo en todas partes donde ambos bandos estuvieran enfrentados.
Enseguida, el informativo anunció que en nuestro país estaba a favor del bando verde que era el que enfrentaba al azul. De a poco se convertía esto en un juego de disparo en primera persona, sólo que sin revivir una vez que se acaba la ronda. Razoné luego: "tengo la edad apropiada, me van a hacer pelear, tengo la obligación de hacerlo y la ley apoya eso, a pesar de que no estoy de acuerdo con las razones de la lucha, que son como siempre luchas de poder y recursos económicos."
Y eso no era todo. Si la guerra se iba a dar en cualquier sitio del mundo, mi familia, mi novia, mis amigos y todo lo que quiero iba a estar perdido. Todos iban a morir y yo también en el campo de batalla. En ese instante, me deprimí mucho, al saber y confirmar que en algún momento sucedería lo inevitable. Tal fue el dolor de saberlo que sentí un gran dolor en el pecho, que me desgarraba, me cortaba el aliento, obligándome a retorcerme y llegar casi al punto del llanto.
Instantes después, me incorporé y sentí un ruido: alguien se acercaba a través de los techos, hecho que uno podía notar por las trancadas que oían por los techos. ¿Habían llegado las milicias tan pronto? ¿Me encontrarían y me reclutarían? Enseguida vio llegar y saltar de los techos a unos quince hombres de verde y uno que los lideraba y que parecía estar adelantado. Me sorprendí, pero a pesar de estar a su vista y de que podrían haberme agarrado para llevarme, no lo hicieron.
-¿Está muerto? -preguntó el que los lideraba.
-Sí, un excelente tiro a la distancia, señor.
-Vamos entonces -dijo.
Y todos miraron algo detrás de mi y se fueron rápido saltando de techo en techo. Lógicamente intrigado volteé y me di cuenta. Ya no habría guerra ni nada para mi. No me reclutarían, ni me llamarían, ni moríría en el campo de batalla.

Mi buzo color azul me había jugado una mala pasada.

jueves, 4 de octubre de 2007

23ª Historia Asesina - "Carta de un pobre enamorado"

Dedicada a mi bella y amada Daniela.

"Carta de un pobre enamorado"

7 de Julio de 1997

Amada Nadia:

Te odio. Sí, así como podés leer. Te odio con todo el resentimiento que pueda sentir. Te odio, te odio y te odio. Lo repetiría mil veces si fuera necesario. Me hacés sentir demasiado mal, demasiado mal a veces.

Decime cuntas veces te escribí cartas desde que te conozco. ¿Cien? ¿Ciento diez? Te escribí una cada semana al menos, en cada una de ellas expresándote palabra por palabra cada cosa que me pasa, cada sentimiento que sale de mi alma y de mi corazón. Expresando en cada letra escrita de mi puño y letra todo este amor que sale de mi. ¿Y vos? Nada.

Decime cuándo fue la última vez que me escribiste algo vos. Cuando me dejaste esa nota del mercado de que vaya a comprar y que me decías en un posdata que me querías. ¡En un posdata! ¡Ni siquiera en la firma, no!

Vengo con un ramo de rosas y apenas las mirás y las hechas en un vaso agua hasta que se marchitan. Vengo de trabajar y lo único que hacés es gritarme. Y fuerte.

¿No te das cuenta de que es por todo eso que te odio? ¡Sí! ¡Por que siempre quedo como un boludo! ¡Siempre!

Aunque intente ser la persona más romántica del mundo, vos siempre me ganás.

No me escribís, porque me hacés esos dibujitos hermosos que a mi me encanta y me hacen cada día amarte más. No me escribís además porque te importa más que esté la comida hecha para cuando llegue. No me escribís porque me cuidas cuando me siento mal. No me escribís porque me vivís abrazando y diciéndome con tus labios en vivo y en directo todo lo que me amás.

Vengo de trabajar y me gritás casi triste porque decís que me extrañaste demasiado y que no soportás estar así.

Apenas mirás el ramo de rosas que te traigo porque te gusta tanto que me comés a besos.

Sos demasiado dulce, demasiado romántica, demasiado hermosa. Ni aunque te escriba miles de cartas de amor, este pobre enamorado jamás podrá expresar con esa simpleza tuya todo ese amor que me tenés y que a veces hasta no comprendo.

Te odio demasiado, porque te amo demasiado. Por que sos muy buena, excelente compañera y una gran mujer. Y yo no puedo ser tanto como vos. Y me tengo que conformar con escribirte esta pobre carta, mi amor, mi angelito puro y hermoso. La mujer de mis sueños que me hace perder la noción del mundo, la mujer que para mi mundo y lo maneja a su merced.

Te amo y te aborrezco, por ser como sos: maravillosa.

Isaac, tu novio
Creative Commons License
Historias Asesinas para Matar el Tiempo by Félix Alejandro Lencinas is licensed under a Creative Commons Atribución-No Comercial 2.5 Argentina License.