jueves, 29 de marzo de 2007

4ª Historia Asesina - "Sin título 2"

Este cuento también lo escribí en la hora de Literatura y obtuvo un diez. No sé porque, debo admitir que lo hice con muy pocas ideas, la resolución fue algo tonta para mí y además fue porque la hice durante la clase mientras la profesora explicaba otro tema porque yo había olvidado hacerla la tarea. Y sin embargo a ella le gustó y me puso un “Bien 10” y me dijo: “muy bien, el primero”. Quizá fue porque cumplí (¿cumplí?) con todas las características que ella pidió: un cuento fantástico que tenga un personaje cómico y una enseñanza.

Dedicado a Roberto Pettinato, que me hace cagar de risa y pensar al mismo tiempo.

Parecía el aburrido día de rutina, con los ruidos de rutina: levantarse y desperezarse con mucho esfuerzo, lavarse la cara y despabilarse, poner a Roberto Pettinato y escuchar sus monólogos.
— “¿Tu novia te pide conocer el mundo? ¡Comprále un atlas!” —escuchaba ella a través de su radio de bolsillo mientras viajaba en el colectivo y reía disimuladamente.
— “La visión de un optimista: los autos volarán en el futuro; la visión de un pesimista: terroristas de la ETA vuelan en pedazos dos camionetas en Madrid” —le susurraba la radio al tiempo que ella seguía riendo, ahora caminando hacia la estación del subte que la llevaría a la facultad de Medicina.
Y se subió luego al tren subterráneo.
— “Siempre me imagino la conversación entre dos perros, uno le dice al otro: “¿viste a mi dueño?”, y el otro contesta: “sí… ¡es TU cara! —le decía la radio al oído. Pero a pesar de ser tan graciosas las cosas que decía el conductor de aquél programa de radio, reírse de aquello era parte de su rutina monótona. Y de repente, quizás por estar tan abstraída en la radio, vio que todos de golpe se habían bajado del subte y las puertas se habían cerrado. Pero como todavía faltaba para su estación aprovechó para sentarse y esperar llegar a su destino.
Y el tren ingresó al túnel. Se suponía que en tres minutos llegaría a la estación. Pero no. Pasaron 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, y 15 minutos y no salía del túnel.
Tenía que hacer algo, estaba por llegar tarde. Buscó a alguien dentro del tren, pero parecía que todos se habían bajado en la estación anterior.
“¿Qué voy a hacer ahora?”, pensó. Estaba desesperada, no sabía qué hacer. De repente, miró hacia fuera y ya no había túnel. Se veía todo blanco, pero el tren seguía en marcha hacia el destino ahora incierto. Sus libros y su radio habían desaparecido. Pero eso era bueno. Era signo de que había salido de la rutina. La monotonía del día a día había sido iluminada por aquel hecho extraño. Quizás no era tan malo. Iniciar una nueva vida en un sitio nuevo y desconocido, en dónde vaya uno a saber que podía pasar.

lunes, 26 de marzo de 2007

3ª Historia Asesina - "Sabiduria de Abraham"

Esta historia la saqué de un CD de libros que me compró mi viejo. Es bastante entretenida y además todos hablan como Apu de los Simpsons (no sé por qué, porque creo que Abraham y su familia no son hindúes )

"Sabiduría de Abraham"

Llega Isaac muy preocupado a hablar con su padre:
-¡Oh, badre Abraham, yo estoy muy breocupados borque haberme llegados un requerimientos de la oficina de recaudación de imbuestos y no se como bresentarme. Fui a bedir consejos a mi hermano Jacobo y él haber dichos: "Tú, hermano, llevate tu mejor trajes, el Rolex de oro, las plumas Mont Blancs; llega en el Mercedez Benz negros y bórtate como si fueras dueños del mundo." Luego haber ido con mi hermano Israel y él aconsejar: "Querrido hermanos, tú llévate unos bantalones de mezclillas viejitos,playera blanca, ponte el Timex mas jodidos, lleva una blumas Bic, llega en besero y bórtate como el mas humildes del mundo."
-¡Oh, badre, yo no se a cuál de los dos he de hacerles caso, si a Jacobo o a Israel!
Y Abraham, como todo un patriarca le responde, lleno de sabiduría: Mira querido hijos, yo sólamente buedo resbonderte lo mismos que le dije a tu hermanas Sarita el día de su bodas cuando ella breguntó que debía usar la noche de bodas, si un neglige transbarentes o un camisón de franelas.
Lo que le dije fue:
-"Querrida hija, vayas como vayas... Te van a coger."

domingo, 25 de marzo de 2007

2ª Historia Asesina - "Sin título 1"

Este cuento lo escribí en la hora de Lengua y Literatura en el colegio. Realmente fue una prueba, pues había que improvisar bastante y no me considero muy espontáneo que digamos. Sin embargo, el resultado que obtuve me gustó bastante y por eso es que decido publicarlo aquí. Va dedicado a la profe de Lengua, que me hizo imaginar bajo presión, lo cual me ayudó a probarme a mi mismo y a Roberto Fontanarrosa porque creo que esta es la clase de relatos que él haría.

“— ¿Así que vamos con los chistes negros? Bueno. Viene un nene con un juguete y se lo muestra a su hermano diciendo: ¡Tengo chiche nuevo, tengo chiche nuevo!, y su hermano le contesta: ¿Ah, sí? ¡Yo no tengo cáncer, yo no tengo cáncer!”
Chiste que me contó dicha profesora… Miren lo que aprendo en el colegio, por Dios…

Estaba sentado en el sillón bastante ansioso. Su equipo no andaba bien y esperaba una nueva victoria, hacía bastante que no festejaba y en el trabajo lo vivían cargando.
Sentía una hemorragia interna cada vez que le cargaban. Y ni hablar cuando perdieron con ¡el último equipo de la tabla! Lo cargaban a él y su equipo, que tenía toda una gloria pasada. Hasta hace poco, todo le importaba un quinoto, pero las cargadas se hacían más frecuentes y estaba cansado de ser el hazmerreír.
Todavía recordaba cuando festejaron el título nº 30 y su papá lo llevó a la cancha. Sólo tenía seis años. Y en su mente todavía sobrevolaban los espectaculares aeroplanos que hacían piruetas en el cielo por sobre el estadio llamado “Juan Martín Ortella” en honor al jugador histórico y estrella de su equipo, que también llevó la camiseta de la selección, y había sacado campeón a su equipo. Recordaba también que ese día llevaba su corbatín rojo, porque el festejo había sido unas horas después de pasar toda la mañana en la escuela Nº 7, a la que asistía diariamente.
Y perdido en sus recuerdos, escuchaba los relatos del periodista y mientras manoteaba la bolsa de palmeritas que estaba a su lado para encontrar una e introducirla en sus fauces.
El partido no iba bien y al final no dio más y apagó la televisión. No tenía suficiente fe, sabía que no iban a poder ganar ya que jugaban contra el mejor equipo del campeonato. Iban a perder seguro. Mañana iba a ser vapuleado por sus colegas en la oficina, estaba seguro. Estaba tan seguro que no vio el resumen del partido a las 10 de la noche.
Al día siguiente, en el trabajo, esperaba las cargadas. Pero sorprendentemente, no escuchó nada. Todos lo miraban de reojo y luego miraban a otro lado.
Todo siguió así. No había leído los diarios, ni el noticiario a la mañana por lo que pensaba. Y así fue hasta que alguien dejó un diario a su alcance y con un poco de miedo miró el titular.

Parecía que aquél glorioso día no habría cargadas. Para su buena suerte y mala fe.

sábado, 24 de marzo de 2007

1º Historia Asesina - "El chico de la calle del Frente"

"El chico de la calle del frente"

1° parte

Ella se daba la fama de ser la mejor. Era la más linda de todas: rubia, senos grandes, trasero firme, labios carnosos, ojos verdes. Seguramente muchos la catalogarían como la mujer perfecta. Y sólo tenía 16 añitos...
Esa tarde en aquella famosa heladería de Burzaco cerca de la plaza, pasó caminando lentamente. Y vio a sus compañeras, con las que siempre hablaba sentadas una al lado de la otra cada una sosteniendo un cucurucho de distinto sabor y color. Hablaban discretamente entre ellas, y ella quería saber de qué hablaban.
-Hola chicas -dijo anunciándose.
-Hola Analía -dijeron ellas.
Y Analía sabía bien: estaban hablando de ella, se les notaba en la cara. Y entonces quería saber de qué hablaban.
-¿Qué pasa? ¿De qué hablaban que de repente se callaron?
-De nada -dijo una de ellas.
-De vos estábamos hablando, ¿por? -dijo otra, y una de las menos introvertidas.
Esa chica no-introvertida era Melisa. Era la más impopular de las cuatro con los chicos y odiaba a Analía no sólo por su belleza, sino por su narcisismo y sus maneras de hacerse ver.
-¿Es verdad que anoche en el baile te transaste a Juan, después a Diego y finalmente a Manuel? -dijo Melisa.
-Sí, ¿y? Ah, ya sé. Sos tan fea que nadie te dio bola a vos, ¿no?
-No es eso, señorita perfecta -dijo con ironía-. Lo que pasa es que usted es tan bella que es capaz de levantarse a cualquier chico.
-La verdad es que soy tan hermosa, que ningún chico se puede resistir a mí, ¿sabés? -dijo Analía sin nada de modestia
-¿Segura?
-Segurísima...
Melisa miró la calle del frente y vio pasar a un chico que caminaba pasivamente, mirando el suelo, muy silencioso.
-¿Te levantás a ese pibe? -dijo Melisa señalándolo.
Analía lo miró con mucha precaución. Era un chico con algunos granitos en la cara, como cualquier adolescente, algo gordito y con un peinado poco convencional: no era el tipo de chicos para ella. Pero con tal de cerrarle la boca a Melisa, sería capaz hasta de besar a un sapo que no se convierte en príncipe, sino en un sapo más grande y feo.
-Claro que sí -respondió aceptando el desafío-. Claro que sí.
Y muy decidida cruzó la calle para encontrarlo y decirle:
-Hola, ¿sabés que sos muy lindo y me gustás?
El chico, sorprendido, la miró de pies cabeza y dijo:
-Muchas gracias, sos muy linda vos también, pero no me gustás, no sos mi tipo. Hasta luego.
Analía sorprendida por la negativa, vio como el chico se alejaba. La habían rebotado por primera vez. ¡Y era el chico más feo que se podía imaginar! ¿Por qué? Nunca le habían dicho que no, nunca. ¿Por qué ahora sí?

2º parte

Y aún estaba en su mente el recuerdo de ese contundente no. No, no y no. Retumbaba constantemente ese sonido horrible. ¿Cómo podía ser? Ella, la más bella de todas. ¿Por qué? Y luego se enteró de que ese chico iba al colegio, era de ¡noveno año! Un pendejito, no lo podía creer. Entonces al día siguiente, después de constatar de que Melisa no la fuera a ver para burlarse de ella (y se había reído mucho de ella cuando se enteró de que le dijeron que no), fue a buscar al chico. Estaba en la puerta de su salón, hablando con un compañero, un rato antes de que empiece la hora de clases.
-Hola, ¿cómo estás? -dijo ella tratando de mostrar sensualidad.
-¿Nos conocemos?
-Sí, ¿no te acordás de mí? Nos vimos ayer…
-Ah, sí, ahora me acuerdo.
-Qué lástima que lo de ayer haya salido mal. Me gustaría poder preguntarte otra vez si quisieras salir conmigo.
-No, lo siento, pero ya te lo dije.
-¿Por qué? ¿Soy fea?
-No es eso. Simplemente no sos mi tipo.
-¿Podemos ser amigos aunque sea?
-Claro.
-Bueno, entonces nos vemos a la salida.
Y para seguir tratando de convencerlo, se despidió de él dándole un mañoso beso y abrazo.
-Bueno, como quieras -dijo él.
Y mientras se iba escuchaba y observaba como los compañeros del chico la miraban y la piropeaban desde donde estaban.
Se volvía a sentir hermosa. Siempre se había sentido así desde que tuvo noción de qué significaba ser hermosa. A excepción de la tarde anterior, nunca lo había dudado, siempre había sido la más hermosa de todas, había estado con los chicos más lindo que ella hubiera podido desear y si se lo propusiera, quizás estaría con un famoso tipo Echarri, Di Caprio o Brad Pitt.
Pero a pesar de eso, ¡no podía conquistar al chico más feo que se le podía haber cruzado! Cómo podía ser eso posible, no lo sabía, pero no iba a durar. Una vez que él admitiese que ella le gustaba, lo iba a dejar colgado. Claro que sí, así iba a ser.
Y a la salida lo buscó y lo presionó (figurativamente y literalmente con muchos abrazos) para poder acompañarlo hasta su casa y tratar de dar el zarpazo en ese instante.
Por eso es que fue hasta su casa hablándole de cosas de su vida y él, como buen caballero, escuchó atentamente cada uno de sus comentarios y relatos.
Cuando llegaron a su casa, el intentó despedirse de ella, pero ella no se iba a rendir. Como hacía calor, ella se había quitado su remera del colegio y debajo llevaba una musculosa rosadita ajustada y escote bastante generoso.
-¿Te gusto, che? -dijo ella sin pelos en la lengua.
-¿Eh?
-Si te gusto.
-Ya hablamos de eso. Dije que no.
-¿Por qué?
-Bueno, te lo dije, no sos mi tipo.
-A eso vamos a verlo.
Y se abalanzó sobre él y lo besó apasionadamente y mientras el intentaba soltarse y que lo dejen en paz. Podría decirse que casi lo violó.
_______

Al día siguiente, ella apareció en el salón. Su cara no era la de siempre. Su confianza en sí misma parecía haberse ido a la basura. Había llegado tarde al colegio y se sentó pesadamente. Los que la miraban decían que parecía atormentada.
-¿Quién era ese chico? -preguntó una de las chicas a Melisa.
-¿Cuál?
-El de la calle del frente.
-Un conocido.
-¿Y qué hizo con Analía?
-Algo.
-¿Qué hizo?
-Nada.
-¿Y entonces?
-Bueno, digamos, para hablar mal y bien, que le gusta patear para su propio arco, ¿sí? Parece que la chica perfecta no se dio cuenta todavía.
-Qué mala que sos...
-Y así va a aprender. La belleza no puede con los verdaderos sentimientos. Es una tarada, se lo merece...
Y Analía tuvo que esperar mucho tiempo para que se diera cuenta de lo que ocultaba el chico de la vereda del frente. Mucho tiempo, suficiente para olvidar la existencia de su belleza exterior.
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Historias Asesinas para Matar el Tiempo by Félix Alejandro Lencinas is licensed under a Creative Commons Atribución-No Comercial 2.5 Argentina License.