sábado, 10 de abril de 2010

78ª Historia Asesina - “La corriente sensualista”

—Muy lindos sus cuentos, señor Bruckner. Su prosa es bastante particular, un poco joven aún, un poco aniñada, un poco verde, y definitivamente muy inocente.

—¿Cómo muy inocente?

—Sí, usted sabe, las temáticas que toca en su literatura: estudiantes de escuela, abrazos fraternales, seres mágicos, amores pero… inocentes, amores platónicos.

—¿Pero qué quiere usted? Con el perdón de la expresión, ¿usted quiere que todos se pongan a fornicar en los cuentos?

—No, no, no, no digo eso pero… Son cuentos, digamos, para niños, para señoras viejas y con problemas de autoestima, lectoras de libros de autoayuda. O adolescentes, niñas que entran en la pubertad y quedarían cautivadas con esos relatos kitsch…

—Bueno, bueno, pero son cuentos que hablan de amor, no tienen por qué ser platónicos. ¿O me va a decir que en mi cuento “Entre la tierra y el cielo”, donde un hombre se encuentra y se enamora de una mujer que resulta ser su ángel guardián, no trata una temática de tinte sexual? ¿No cree que yo detallo en las descripciones que son mujeres hermosas, deseables, sensuales? ¿No cree que el protagonista no piensa que le atrae sexualmente? O incluso en el cuento donde hay estudiantes de escuela, “Lluvia en la estación”, donde un adolescente quiere resguardar a una chica de la lluvia, ¿no cree que ese chico quiere a esa joven muchacha para sí mismo, por una atracción no sólo amorosa, si no también sensual?

—Sí, tiene razón. Sin embargo no está tan explicito en sus palabras.

—¿Quiere que yo incluya sexo explicito en un cuento? ¿Qué tipo de escritor cree que soy?

—No necesariamente tiene que ser pornográfico… Sabe que creo, señor Bruckner, que usted tiene vergüenza de hablar del sexo. Hasta osaría decir que usted no tiene vida sexual… ¿Tiene novia o algo parecido?

—¡Con todo respeto, me parece que usted se está propasando, señor mío! Eso no tiene nada que ver con mi literatura. Si no le gusta, puedo ir con otro editor y listo…

—Tranquilícese, por favor. Escúcheme, a simple vista parece que no, pero el tema de la vida sexual del escritor y su influencia en la literatura ha sido tratado por la Teoría de los Sensualistas.

—¡Pero no me tome el pelo por favor! ¡¿Los sensualistas?!

—¡Pero yo no le tomo el pelo! Es decir… No, no le tomo el pelo. El famoso escritor y ensayista Sebastián Romero escribió y desarrolló esta teoría en su obra “El placer carnal y su influencia en el arte”, analizando desde Goya y la Maja Desnuda hasta…

—…hasta los escritores de literatura erótica. Sí, por supuesto, cómo no van a tener éxito con tanto pervertido por ahí.

—No, no, no, casos como escritores legendarios como Pablo Millán con su novela realista “El elástico” o Hernán Bianchini con “De la cama a la tumba”, donde el sexo no tiene un lugar central, obviamente, pero aparece en algunos pasajes, en algunos capítulos y descripciones, como algo natural. Esa influencia de la energía sexual positiva se transmite a cada letra, a cada palabra. Millán y Bianchini eran muy galantes, estuvieron con muchas mujeres en su vida.

—Sí, claro, con todo el dinero que ganaron…

—No, antes de hacerse famosos. Eran hombres apuestos que podían llamar la atención a cualquier mujer. En cambio usted…

—¡Cuidado con lo que va a decir!

—Lo siento, con todo respeto, usted parece de esos hombres que tienen vergüenza de ir a una farmacia para comprar condones, por miedo a la condena de quien se los venda.

—¡Suficiente! ¿Usted quiere que escriba sobre sexo? ¿Que describa relaciones sexuales? ¡Ningún problema!

—No es tan simple como eso.

—¿Cómo dice?

—No. Tiene que tener alguna especie de inspiración, si usted me entiende.

—Usted deje mi vida personal en paz.

—¿No tiene con quien inspirarse? Con mucho gusto puedo presentarle algunas amigas, ellas accederán fácilmente a todo lo que usted desee. A pesar de todo, usted es bastante guapo.

—¡Pero no! No quiero eso… ¿En qué me va a ayudar eso como escritor, como artista?

—¡En mucho! Verá que crecerá mucho como escritor, como artista, en la profundidad de su obra, perderá esa inocencia que entorpece tanto.

—Maldición… Y… Digame. Este… ¿Qué amigas me puede usted presentar?

—¡Oh, no se preocupe por eso! Son muchachas muy bonitas, le agradarán, estoy seguro.

—Bueno, bueno, está bien. Pero quiero que conste que esto es por amor propio, por amor al arte y porque quiero evolucionar como escritor.

—Pero que no se hable más. Venga, le contaré, una de las amigas que tengo pues…

Creative Commons License
Historias Asesinas para Matar el Tiempo by Félix Alejandro Lencinas is licensed under a Creative Commons Atribución-No Comercial 2.5 Argentina License.