miércoles, 16 de mayo de 2007

10ª Historia Asesina - "Preguntas"

¡La décima! Esta la escribí por Febrero...

“Preguntas”


¿Cómo se escribirá un poema existencial?

Vamos a ver
¿cómo se escribirá
un poema existencial?
¿preguntando a la ceniza por el fuego?
¿al desmadrado por la madre?
¿a la migaja por el pan nuestro?
¿al muñón por
el meñique?
¿al alma por su almario?
¿al piojo por el universo?
¿a la saliva por el beso?
¿a la cigüeña por el campanario?
¿al pez espada por su vaina?
¿al sordomudo por la carencia?
¿a la seda por el gusano?
¿a la bienamada por su desamor?
¿al arbolito por sus pájaros?
¿al universo por el piojo?
¿al corazón por la puñalada?
¿al ruiseñor por la ruiseñora?
¿a la lágrima por su lagrimal?
¿a mí mismo por mi salvavidas?
supongo que a esta altura ya habréis adivinado
que he resuelto postergar mi poema existencial
para el siglo veintiuno o veintidós”

Mario Benedetti


Dos muchachas están recostadas sobre el césped del parque, mirando el cielo.
— ¿Sabés que pienso a veces? —dice una de ellas.
— ¿Qué? —responde la otra.
— ¿Por qué el cielo es azul?
— ¿Qué se yo? Yo no lo inventé.
— ¿Seguro?
— Sí.
— Bueno, pero ¿por qué es azul?
— No sé. Pero el cielo no es azul.
— ¿Y de que color es entonces?
— Celeste.
— ¿Y no podría ser “azul cielo”?
— ¿”Azul cielo”? ¿Existe eso?
— Sí. Creo. Y si no, lo voy a inventar yo. Pero el cielo es azul.
— ¿Por qué?
— Si no sos daltónico, vas a ver por qué.
— Pero ese color es celeste, no azul. O azul cielo como decís vos.
— Bueno. No importa eso. Yo quiero saber por qué es de ese color, sea cual sea.
— Porque Dios quiso que fuera así, no sé. ¿Por qué preguntás taradeces como esas?
— No son taradeces.
— Sí. En la vida no todo tiene explicación, y hasta que los científicos no inventen algo para averiguar que es lo que hace que el cielo sea azul o celeste o verde o lo que fuese, no lo vas a saber.
— Los científicos son los verdaderos tarados… ¿Nunca leíste un diario diciendo noticias como: “un grupo de científicos británicos descubrió que comer chocolate excita más que un beso”? ¿No es estúpido? ¿Qué pueden saber ellos sobre los sentimientos de la gente? No se puede experimentar con sentimientos, la gente puede sentir distinto un beso y un pedazo de chocolate…
— Bueno, pero a ellos le pagan por esas idioteces. A vos por preguntar eso no te dan nada y encima estamos discutiendo por tonterías ahora.
— ¿Tonterías?
— Sí, tonterías, taradeces, estupideces, boludeces, trivialidades, no sé hay miles de maneras de decirlo. Dejá de preguntar eso.
— No es ninguna tontería. Preguntas como las que hice, hicieron pensar a los más grandes pensadores de la antigua Grecia y a los contemporáneos como Descartes, a cualquiera, bueno eso me dicen los profesores. Llevó a grandes personas a preguntarse sobre su vida, su existencia, su forma de ser. Su todo, ¿qué es la vida? ¿Qué es el mundo? ¿Qué es el universo? ¿Qué es la muerte? ¿Qué es todo lo que nos rodea? ¿Qué piensa el que está al lado mío? ¿Eh? Llevó a muchos a escribir grandes novelas, libros, ensayos, poemas, poesías, canciones. Hasta llevo al desarrollo de esa bendita ciencia de la que hablabas recién. Llevó a nuestra pequeña cabeza, parte ínfima de un universo infinito, a pensar. A hacer cosas por nosotros mismos y los que nos acompañan. Que también somos pocos, como hormigas. Somos nada andando, como la pregunta que hice. No es nada. Y es todo, porque si no, no seríamos algo. Sin la nada, no existiría el algo y el todo… ¿Me entendés? Del cielo vinimos y se supone que a él iremos. Las preguntas tontas, taradas, estúpidas, boludas y triviales, como decís vos, fueron las que nos pusieron donde estamos. Nada es trivial en la vida. Lo que para vos es trivial, para otra persona puede no serlo. No todos pensamos igual. El cielo es azul o celeste o el color que sea para que nosotros nos preguntemos eso, y así darle un sentido a nuestro corazón, a nuestro sentir. Porque si no tendría sentido nuestra vida, ¿para qué vivimos? ¿Para no hacer nada? No. Todos tenemos un objetivo. El mío ahora, es descubrir por qué el cielo es azul. Y a su vez deriva en argumentarte porque no es una tontería lo que pregunto… Y pongamos el caso de que fuera una trivialidad lo que pregunto, ¿qué es para vos una pregunta importante?
— Eh… eh… —balbuceó la otra chica.
— ¿Ves? No sabés. Las preguntas más triviales, son las que no se formulan. Toda pregunta se hace con un fin. Cuando vas y le preguntás a alguien, “¿cómo andás?”, le estás preguntando por su estado de ánimo, de felicidad, de tristeza. Te importa esa persona y por eso preguntás. O cuando preguntás, “¿qué hora es?” querés saber como va el tiempo, porque domina tu vida y tenés algo que hacer. Preguntás “¿qué significa tal o cuál o cosa?”, porque te interesa. Porque te mueve, te hace investigar, te hace saber, te hace querer aprender. Las preguntas están ahí, y nos hacen hacer muchas cosas. Todo viene de una pregunta, una necesidad. Esa necesidad que necesitaba una respuesta. Y lo que buscamos siempre son respuestas a las preguntas de nuestra vida. Respuestas a cosas pequeñas o grandes. Pero nunca a trivialidades, porque éstas sí que no tienen respuesta. Porque no son las trivialidades preguntas. Porque las preguntas buscan respuestas a cosas que nos importan. Lo que te preguntes, vas a ver que tiene que ver con algo que te inquieta, siempre. Aunque después digas cuando te pregunten por qué preguntaste algo: “no, nada quería saber”, mentiste, es que en realidad tenías una duda. Y cuando te preguntan por qué preguntás algo, también quiere saber algo el que te inquiere. A veces una pregunta que puede parecer trivial, puede tener un significado: intentar establecer una conversación. Una conversación con alguien que no conocés. Pero las preguntas no son estúpidas. Nunca están de más, aunque sean retóricas. Las preguntas son cosas indispensables para la vida. No digas que no sirven para nada. ¿Entendés?
La muchacha no respondió.
— ¿Me entendés lo que te digo? —reiteró la primera.
— Sí, pero me quede pensando —respondió.
— ¿En qué?
¿Por qué el cielo será azul? —dijo mirando al cielo.

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Historias Asesinas para Matar el Tiempo by Félix Alejandro Lencinas is licensed under a Creative Commons Atribución-No Comercial 2.5 Argentina License.