domingo, 25 de enero de 2009

51ª Historia Asesina - "Sólo un sueño"

Me quedaba esa sensación en el pecho de que quedaban tantas cosas por decir. Tantas cosas que querría haber dicho y no pude, no pude. Vos me acompañaste hasta la puerta, con una sonrisa media apagada y me despediste con un beso cálido. Yo me iba, no sé a dónde, pero lo que más odiaba era tener que irme.

En el umbral del portón busqué la excusa para estirar el momento de mi partida y hablé de un tema irrelevante. Sin embargo, vos entendiste mi intención y seguiste con charla con gran interés. Durante la siguiente media hora charlando, te habré dicho adiós como veinte veces, pero no me iba. Vos tampoco insistías tanto con que me vaya que era tarde como la primera vez que dije que me iba.

Aunque ahora que lo pienso, no sé si fue porque no querías hacerme sentir como que me echabas. No lo sé.

Miré el reloj, y el maldito y tirano minutero me daba la pauta de que era tarde. Con una gran angustia en el pecho, finalmente tuve que decir el adiós definitivo. Me despediste con otro beso y cuando yo emprendí la marcha, vos te quedaste en el umbral del portón mirándome partir y saludándome todavía. Y yo seguía con esa sensación de que quedaban tantas, pero tantas cosas por decir y no me animaba.

Caminé una cuadra y observé que te metiste a tu casa.

Un angustia o el dolor de alejarme de vos me invadieron. Las ganas que tenía de pegar media vuelta y volver hasta allá eran indescriptibles. Si esto hubiera sido una historia de película romántica-melosa-cursi vos habrías aparecido corriendo detrás de mí gritando:

—¡Esperá...! ¡No te vayas!

Volteé y vi como llegabas corriendo esas dos cuadras que yo ya me había alejado de tu hogar. Jadeante te paraste ante mí ser pasmado ante la sorpresa.

Levantaste la vista y me abrazaste, tratando de recuperar el aliento.

—Te amo —me dijiste—. No lo puedo soportar más, tengo que decírtelo, te amo, te amo.

Estaba totalmente paralizado. No podía creer lo que estaba pasando.

—No puedo dejar de pensar en vos, no puedo... Te amo —me decías.
—Yo también te amo, te amo con todo mi corazón. No puedo creer que esto esté pasando...
—Está pasando... Besáme.

Te abracé, te besé como siempre lo había deseado, eras mía esa noche nublada, en el medio de la calle intransitada.

—Te amo —me volviste a decir.
—Esto es un sueño... —dije yo—. No puede ser que esto esté ocurriendo.

Cerré los ojos y te volví a besar con pasión.

Pero cuando los abrí, vos ya no estabas. Mi almohada sostenía mi cabeza. Mis sábanas me tapaban. La oscuridad se ceñía sobre mí y mi habitación. Me senté sobre la cama, sentí la angustia de que aún quedaban tantas cosas por decir. Sentí el dolor de extrañarte.

Pero lo peor de todo. Sentí el dolor de que todo aquello fue un hermoso sueño. Pero sólo un sueño.

3 ya han matado el tiempo:

G dijo...

........

es terrible la sensación que sentí al leer

está tan bueno que no es bonito
es decir, el sueño es bonito, pero... te deja con la angustia, y es terrible

nos vemos, vendré seguido por aqui

un deseo nocturno dijo...

me mataste con el final, aunque por el titulo me imagine que pasaria pero aun asi me lo quize negar xD escribes muy bien, bueno me sigo leyendo elr esto del blog saludos!

Anónimo dijo...

hiciste que me llegara, muy bueno.
me gusta como escribis!

Publicar un comentario

Creative Commons License
Historias Asesinas para Matar el Tiempo by Félix Alejandro Lencinas is licensed under a Creative Commons Atribución-No Comercial 2.5 Argentina License.