lunes, 4 de mayo de 2009

58ª Historia Asesina - “Los Pinos”

—Yo quiero tener mucha guita e irme de este barrio —decía Iván—. Acá no se puede progresar, es todo campo, pinos nomás hay. Y a vos Carlitos, ¿qué te gustaría tener?
—No sé. Una casa, un buen laburo, una esposa y una familia. Con eso me basta. Con eso sería feliz.
—Qué cursi —dijo Iván.
—Es un buen proyecto —dije—. Capaz que algún día todo esto crezca.
—Sí, puede ser. Bueno, muchachos, me voy a casa —dijo Carlitos.
Se puso la campera y todo transpirado después del picado de fútbol que jugaron se fue. Iván y yo nos lo quedamos mirando y también nos fuimos a casa. Fuimos los últimos en irnos de la cancha, porque nos había quedado a tomar algo después del partido en el que Carlitos había metido tres goles que nos dieron la victoria contra los del Barrio Los Manzanos.

—Che, ¿dónde vive Carlitos? —le pregunté a Iván.
—Ni idea la verdad.
—¿Nunca le preguntaste?
—Y… No, nunca le pregunté. Por el lado de Los Pinos, me dijo una vez, pero la verdad es que nunca fui a la casa ni nada.
—Entiendo.

Seguimos caminando y agarramos por la calle 5. Yo vivía a un par de cuadras de ahí por la calle 124 que la cortaba. Iván era mi vecino del frente. Cuando íbamos por la 5, pasamos por la casa de los Zurita y se escuchaba música desde adentro.

—Uh, si hay música en lo de los Zurita, quiere decir que hoy hay quilombo —dijo Iván sonriendo.

Era casi un hecho, como bien decía Iván. La casa de los Zurita era el lugar de encuentro de los jóvenes del barrio. Eran una familia pobre y muy numerosa. La dueña de casa, viuda y con doce hijos era una señora muy religiosa y cerrada. Sus hijos, jóvenes y rebeldes sin embargo les gustaba el jolgorio. Los fines de semana se armaban peñas en el gran terreno de junto que no pertenecía a nadie, o pertenecía a la municipalidad de Berazategui, pero nadie reclamaba nada.

Esa noche ahí estábamos todos. Carlitos apareció por ahí, cambiado de ropa, pero por alguna razón aún conservaba la transpiración del partido de la tarde. Sin embargo a él parecía no importarle y a el resto tampoco.

Sacamos a bailar a las chicas, al paso de las canciones de moda. Carlitos, con su personalidad carismática bailó con una de las hijas de doña Zurita, quien parecía muy interesado en él.

A las doce de la noche se apagó la música y las luces, y todos volvieron a casa. Me había quedado con la duda de dónde vivía Carlitos. Nunca había visto su casa, ni tampoco sabía si tenía familiares, alguien quien se ocupe de él. A la escuela no iba, y él decía que había hecho hasta 1º superior. Sé que trabajaba de asistente en un almacén y que a veces hacía changas de albañil cada tanto.

Pero nunca había visto su casa. Entonces cuando nos íbamos, lo encaré y le pregunté:

—Che, Carlitos, ¿vos dónde vivís?
—Por ahí —me dijo señalando un punto impreciso—. Cerca de Los Pinos.

Los pinos era una parte donde no había más que desolación y pinos, por supuesto. Había pocas cosas, es cierto. Pero más que nada no había nada, valga la redundancia. Por ahí era donde jugábamos al fútbol y les ganábamos a los del Barrio de Los Manzanos, que estaba cruzando la calle 7.

—¿Querés que te acompañe? —le dije, para tratar de sacarme la duda.
—¿Para qué? Si a vos te queda a contramano.
—No, digo, si no querías ir solo.
—¿Qué me va a pasar? Dejate de joder, Cacho.

Pegó la media vuelta y se fue, como medio indignado por mi proposición. Iván andaba por ahí y lo agarré de prepo. “Vení, seguime pero no hagas ruido”, le dije.

En esa época el barrio no tenía ningún tipo de alumbrado público. Entonces fue muy fácil seguirlo entre las penumbras. Yo creo también que él nunca hubiera pensado que lo íbamos a seguir. De todas formas, fuimos con mucho cuidado.

Llegó a donde estaban los pinos. Se acercó a uno y de una rama sacó un bolso donde llevaba cosas. Se quito el sacó y la camisa que tenía puesta y se puso otra ropa, un buzo, o algo que no pudimos diferenciar bien. Acomodó el bolso al lado del árbol, luego se hizo a un lado y se acostó.

Esa era su casa y su cama. Los pinos eran su lugar de refugio. Carlitos no tenía cama ni casa, y probablemente tampoco familia.

Le conté a mi viejo lo sucedido y enseguida lo fue a buscar al pinar. Le dijo a un totalmente sorprendido Carlitos que se levantara y que se venga con nosotros a dormir a una cama de verdad, a una casa de verdad. Sin musitar, se levantó y se vino a vivir con nosotros.

Ahí nos contó que su madre había venido de Entre Ríos a probar suerte. Pero luego se volvió a su provincia, pero él no fue porque no tenía para pagarle el pasaje. Entonces se quedó a vivir con su hermano que ya se había establecido en la zona. Pero su cuñada no quería que esté ahí y lo echó de la casa. Desde entonces había estado en el pinar y tratando de vivir como pudo.

Pobre Carlitos. Pero ahora lo veo tan apegado a sus hijos y a sus nietos. Al final se casó con la hija de doña Zurita. Se compró la casa, y tuvo su familia como quiso. Después de aquél tiempo que sufrió cuando joven que entiendo el por qué de ese cariño para con su familia. Supongo que no querrá que a ellos les falte el techo o las ganas de soñar. Aunque ahora que lo pienso, las ganas de soñar y de progresar, nunca le faltaron.

4 ya han matado el tiempo:

undeseonocturno dijo...

me lelgo muy fuerte la historia da para pensar no... me gusta esta bien contado.

Félix dijo...

Qué bueno entonces saber eso. Gracias por leer y comentar ;)

Germán dijo...

Una historia muy optimista :P

No, pero en serio. Si me permitís una "mini crítica", cuando empecé a leerlo me gustó mucho la idea que se iba planteando, pero sobre el final como que me decepcionó un poco. Creo que vos podrías conseguir un mejor final, y creo que un final de otro estilo le sumaría mucho al relato.

Aunque bueno, es mi opinión igual nomás :P y espero que no te la tomes a mal!

Saludos!

Félix dijo...

Acepto la crítica. A mí tampoco me gustó como terminó, necesita unas cuantas pulidas, pero lo posteo porque bueno así no que muerto, jajaja.

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Historias Asesinas para Matar el Tiempo by Félix Alejandro Lencinas is licensed under a Creative Commons Atribución-No Comercial 2.5 Argentina License.